LAMIAS VASCAS

Las Lamias en la mitología vasca son femeninas. Son seres que ejercían una fuerte atracción en los hombres vascos y a la inversa. Habitan en las zonas más escondidas de los ríos y las Cuevas vascas.

¿Que hacían las Lamias?

Destacaban por ser seres muy voluntariosos y ayudar a los agricultores en sus quehaceres. Pero también y solo en ocasiones, se volvían malignas, haciendo el mal a los hombres. Incluso les llegaban a secuestrar.

En algunos casos se las presenta como seres infinitamente superiores a los humanos, merecedoras incluso de sacrificios. En otras fábulas, son presentadas como seres fácilmente dominados por los hombres con meras muecas, amuletos como el Lauburu o colgantes de Eguzkilore u otros objetos.

Las Lamias eran seres muy ocupados y con una lista de actividades muy extensa. En ocasiones se dedicaban a hilar y en otras a construir diversas cosas, como por ejemplo iglesias, puentes, Dólmenes, castillos, etc. Incluso llegaban a lavar la ropa sucia por las noches.

¿Qué comían las Lamias?

Les encantaban los alimentos ricos en grasa como el tocino y la sidra, aunque también degustaban habitualmente el pan de maíz de trigo. Sus amantes les regalaban leche, cuajada y pan.

¿Cómo protegerse de las Lamias?

La mejor manera de protegerse es con amuletos hechos de apio y ruda, algo que las Lamias detestaban completamente. Así lo cuentan las leyendas de diversos pueblos vascos como Ataun, Deba o Mutriku. Las leyendas de Abaurrea Baja y Lekeitio cuentan que también se le pedía ayuda al gallo de marzo.

¿Qué regalos les gustaban a las Lamias?

Fundamentalmente y a cambio de los favores que hacían, los hombres les dejaban ofrendas en forma de alimento.

En Ultzama, en la cueva de Abauntz, vivía un pastor que a diario dejaba leche para las Lamias. Estás a cambio le devolvían oro. Un día el pastor tuvo la mala idea de dejar excrementos en lugar de leche y las Lamias le maldijeron: “Siempre habrá en tu casa algún desgraciado”. Desde entonces siempre ha habido al menos un inválido en Sunbillenea.

Otra historia de Lamias ocurrió en Uhart-Mixe. Los agricultores solían dejar comida y a cambio las Lamias trabajaban sus tierras. Cuando un día a la familia Basterretxea se le olvidó dejar la comida, las Lamias fueron con la música a otra parte.

Pero una de las leyendas de Lamias más famosa es la leyenda de la Lamia y el cantero. El cantero estaba ya cansado de picar piedra y ante todo quería ser rico. Así se lo pidió a la una a Lamia y le convirtió en rico. No le bastó con ser rico y pidió ser emperador. Cuando era emperador un día le molestaba el sol y entonces quiso ser sol. Cuando una nube se puso delante del sol, pidió a los Lamias ser nube. Pero un día empezó a llover mucho y cansado de ser nube, quiso ser piedra y permanecer estático. Habiendo sido convertido en roca, un cantero empezó a picar piedra y entonces, la roca quiso ser hombre.

La moraleja es: “El que tiene una cosa quiere otra”. Al final la Lamia le dijo que a partir de ahora, se quedarían como estaban: ella sería Lamia y el cantero. 

Las Lamias pedían favores

Les encantaba pedir favores a los humanos. Una vez incluso llegaron a pedir la presencia de una comadrona y según cuenta la leyenda, acabó cumpliendo con su cometido. 

Sin embargo la comadrona intentó irse de casa de las Lamias con un trozo de pan escondido. Ocurrió que no fue capaz de levantarse y las Lamias me dijeron que era porque tenía en su poder algo que no le pertenecía. A la comadrona no le quedó más remedio que reconocer la realidad y tuvo que devolver el pan. Las Lamias le hicieron una última advertencia: “no mires hacia atrás en el camino de vuelta a casa”. La comadrona desobedeció y justo cuando estaba apunto de poner su segundo viaje dentro de la casa, miró hacia atrás. Como resultado perdió la mitad de sus pertenencias y regalos de oro.

También pedían la presencia de algún humano cuando estaban a punto de morir, ya que si una persona estaba al lado viéndolas y rezando por ellas, no podían morir.

Los secuestros de las Lamias Vascas

Cuenta la leyenda que las Lamias un día secuestraron a un joven vecino de Ezpeleta. Lo retuvieron en su cueva y un sacerdote intentó liberarlo utilizando cruces y hostias benditas. Al no poder conseguirlo desistió de su intento y retomo el camino hacia el pueblo, pero de fondo escucho una voz susurrante que le decía:” menos mal que llevas lo que llevas en tu pecho y en tu mano, si no te habrías tenido que quedar aquí”.

Otra leyenda se refiere a una muchacha que vivía en el caserío de Askondo en Mañaria. Habitualmente solía ir a diario a hilar a otro caserío, con tan mala suerte de pasar por delante de la cueva de San Lorenzo en su trayecto. Fue advertida por las Lamías y le dijeron que no volviera a pasar por allí nunca más. La joven hizo caso omiso de las advertencias y ya no se le volvió a ver nunca más.

Existen otras muchas leyendas más relativas a las Lamias, como la de un hombre del caserío de Atzemin en Dima. Pero la que realmente llama la atención es la ocurrida en el barrio de Zeanuri, más concretamente en el barranco de Memiño. Aquí los niños averiguaron cómo evitar los secuestros de las Lamias. No tenían más que taparse las narices y decir que habían comido bacalao («guk barikuan makallua jan gendun»).

Los hombres secuestraban Lamias

En ocasiones también los hombres secuestraban a Lamias, como por ejemplo ocurrió en Mendaro. La Lamia pues llévame a casa y pusieron una cazuela llena de leche. Cuando la leche hirvió la mía dijo “¡Lo blanco hacia arriba!” («txuria gora!») Y se escapó de un salto por la chimenea de la casa.

Las Lamias ayudaban a los hombres

Leyendas a este respecto las hay a patadas. Una de ellas cuenta que un vecino del barrio de Dima, fue repentinamente sorprendido por un chaparrón junto a la cueva de Balzola. Una Lamia acogió de forma amable y además le regaló un trozo de carbón que acabó convirtiéndose en oro real nada más salir de dicha cueva.

Pero no siempre ayudaban y regalaban cosas a los hombres a cambio de nada. Para la construcción de los puentes de Ebrain, Azelain, Urkulu y Kastrexana, en Bidarri, Andoain, Leintz-Gatzaga y Kastrexana respectivamente, pedían a cambio que los humanos les entregarán sus almas.

Las Lamias también eran muy aficionadas a enamorar a los campesinos, adquiriendo aspecto de mujeres extremadamente atractivas. En Zeanuri por ejemplo, una Lamia se enamoró perdidamente de un vecino llamado Goristiaga.

Otras denominaciones del término Lamia

En función del sitio en el que se encuentren, las Lamias reciben nombres diferentes. Algunos de los más destacados son: lami, lamiña, lamin, amilamia, lamiñaku, y eilamia. Incluso algunos nombres de carácter toponímico están relacionados con las Lamias.

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▷ Las LAMIAS VASCAS y su Increíble Significado MITOLÓGICO
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